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La actividad fÃsica en la primera infancia puede tener un impacto en la salud cardiovascular a lo largo de la vida, según una nueva investigación de la Universidad de McMaster (Ontario, Canadá) en la que los cientÃficos siguieron los niveles de actividad de cientos de niños en edad preescolar durante un periodo de años.
Descubrieron que la actividad fÃsica en niños de tan sólo tres años de edad beneficia la salud de los vasos sanguÃneos, la capacidad cardiovascular y es clave para la prevención de los indicadores de riesgo que pueden conducir a enfermedades cardÃacas en adultos.
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El estudio, Resultados en salud de la actividad fÃsica en preescolares, que se publica en Pediatrics, es el primero en demostrar los beneficios de la actividad fÃsica en la salud de los vasos sanguÃneos en niños de tan corta edad. “Tendemos a pensar que la enfermedad cardiovascular afecta siempre a personas de edad avanzada, pero las arterias comienzan a endurecerse cuando somos muy jóvenesâ€, ha explicado Nicole Proudfoot, del Departamento de KinesiologÃa de la universidad canadiense y autora principal del estudio.
“Es importante comenzar temprano cualquier medida preventiva. Necesitamos facilitarles a los niños pequeños oportunidades para mantenerse activos y lograr mantener sus corazones y vasos sanguÃneos lo más saludables posibleâ€, ha añadido.
Impacto de la actividad fÃsica en la salud cardiovascularMás de 400 niños entre 3 y 5 años participaron en el estudio. En el transcurso de tres años, los investigadores midieron y analizaron los marcadores clave de la salud cardÃaca: la condición cardiovascular, la rigidez arterial y la presión arterial. Calcularon la aptitud cardiovascular midiendo cuánto tiempo podrÃan durar los niños en una prueba de esfuerzo y cómo de rápido recuperaban su ritmo cardÃaco después del ejercicio. Midieron la rigidez arterial por la rapidez con la que su pulso viajaba a través de su cuerpo y utilizaron imágenes de ultrasonido para medir la rigidez de la arteria carótida. También midieron la presión arterial.
Asimismo, los investigadores hicieron un seguimiento de la actividad fÃsica cada año con un dispositivo alrededor de su cintura durante una semana, lo que les permitió determinar la cantidad e intensidad de su actividad diaria.
El trabajo determinó que, mientras las arterias se vuelven rÃgidas con el tiempo, el proceso es más lento en los niños pequeños que han estado más activos. Esos niños también mostraron más resistencia en la cinta andadora, lo que sugiere que tenÃan una mejor condición cardiovascular y que su ritmo cardÃaco disminuÃa más rápido después del ejercicio.
Si bien los resultados mostraron que la actividad fÃsica diaria tuvo efectos favorables en la salud cardiovascular, la actividad fÃsica más intensa fue más beneficiosa. “Esta investigación sugiere que la intensidad importa y que el juego debe ser enérgicoâ€, apostilla Brian Timmons, profesor asociado en el Departamento de PediatrÃa de la universidad, quien supervisó la investigación.
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Organizado por la Fundación Española para la Ciencia y la TecnologÃa (Fecyt) y el British Council, con la colaboración de la Obra Social La Caixa y con la Reina Doña Letizia como espectadora entusiasta, el FameLab se ha convertido en pocos años en un divertido promotor de la Ciencia. Hace un mes, el matemático Iñaki EchevarrÃa se alzó con el primer puesto de la última edición. Mariola Penadés, veterinaria y máster en PsicobiologÃa y Neurociencia Cognitiva del Fisabio valenciano, consiguió el segundo premio.
PREGUNTA. ¿Cómo nació o surgió la idea de participar en este evento?
RESPUESTA. FameLab nació en 2005 gracias a una idea original del Festival británico de Cheltenham, cuyo principal objetivo es fomentar la divulgación de la ciencia identificando, formando y dando a conocer nuevos talentos a través de un formato innovador: el monólogo cientÃfico. Desde 2007 se celebra en más de 30 paÃses de Europa, Asia, Ãfrica y Estados Unidos. Ya son más de 7.000 investigadores de todo el mundo los que han participado en alguna de sus ediciones. Mi idea de participar surge a partir del compromiso que los cientÃficos debemos tener con la sociedad de compartir los resultados de nuestras investigaciones, y aún más cuando estas son financiadas con fondos públicos. Y esto se puede hacer de muchas maneras, pero sin duda atreverse con el monólogo cientÃfico suponÃa una forma de acercar la ciencia a todos los públicos, a la par que un desafÃo personal y una experiencia de gran aprendizaje. ¿Por qué no hacerlo?
“Mi monólogo se centró en explicar el fenómeno cerebral de habituaciónâ€
P. Su monólogo se titula ‘El silencio de mis neuronas’. ¿Qué expresa o cuenta en él?
R. Se centra en explicar el mecanismo por el cual no percibimos la mayorÃa de estÃmulos que llegan a nuestros sentidos de manera constante. Por ejemplo, el olor de nuestra propia piel, el sabor de nuestra propia saliva o la nariz dentro del nuestro campo de visión. Esto ocurre gracias al ‘fenómeno de habituación’ y, sin él, nuestro cerebro estarÃa continuamente hiperestimulado, sin permitirnos distinguir estÃmulos prioritarios de los que no lo son.
P. ¿Qué destacarÃa de la experiencia y del concurso en sÃ?
R. De la experiencia, sin ninguna duda, el ambiente que se ha generado entre los 12 semifinalistas. Compartir la empatÃa situacional de entrar a formar parte de la familia FameLab ha generado un vÃnculo muy bonito entre nosotros, que da pie a colaboraciones personales y profesionales. En cuanto al concurso, es una plataforma en la que crecer como divulgador, y aprender y divertirte a partes iguales.
“FameLab es una plataforma en la que crecer como divulgador, y aprender y divertirteâ€
P. Entonces, ¿recomendarÃa a sus colegas que participaran?
R. RecomendarÃa a todo cientÃfico que se lanzara a probar al menos una vez en su vida. Es una experiencia de crecimiento y aprendizaje, acorde con el compromiso que debemos tener para compartir con la sociedad nuestra labor, y más cuando parte de nuestra investigación está financiada por fondos publicos. Además, ha sido un desafÃo personal y una aventura maravillosa, gracias a la cual he entrado a formar parte de la gran familia de FameLab. Una familia que sabe que la divulgación con un toque de humor es una forma sencilla de acercar a todas las personas nuestra profesión y concienciar a la sociedad de lo importante que es invertir en ciencia.
P. ¿Cree que los investigadores españoles saben comunicar?
R. Creo que cada vez hay más vÃas de divulgación que permiten que lo hagamos. Y es un bonito desafÃo aprender a hacerlo, encontrar tu propio estilo en el que puedas sentirte cómoda y conectar con el público. En FameLab es todo un reto lograr sintetizar tu contenido en 3 minutos, expresarlo en un lenguaje entendible para todo tipo de audiencia, y hacerlo con un toque simpático o divertido.
“En Famelab es un reto lograr sintetizar tu contenido en tres minutos, hacerlo simpático y que te entiendan todosâ€
P. ¿Hace falta mucho humor para investigar en España?
R. Suelo tener presente en mi vida una frase que me dijeron hace tiempo: “El sentido común y el sentido del humor son la misma cosa, que se mueve a diferentes velocidadesâ€. Es de William James, un influyente filósofo y psicólogo estadounidense. Creo que tenÃa mucha razón… Ambos sentidos son cruciales para entender la metáfora que es la vida, y también la investigación.
P. ¿Tiene previsto continuar con esta faceta?
R. ¡Por supuesto! De hecho, he participando en las charlas de Pint of Science en Valencia, y el 11 de junio realicé un monólogo en La Fábrica de Hielo, dentro del evento Ciencia y Cañas, organizado por Fisabio.
P. ¿De qué le gustarÃa hablar en su próximo monólogo?
R. Hay muchos temas que están aún en el tintero. Incluso ha habido personas que se han acercado a sugerirme ciertos temas, como las diferencias entre el cerebro masculino y femenino, o el cerebro en la adolescencia. Os sorprenderé próximamente.
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Hay indicios -huellas arqueológicas- de que el ser humano come huevos desde hace unos 10.000 años, aunque seguramente los habrÃa descubierto mucho antes. La producción, y consumo, actual de huevos de gallina es de unas 70 millones de toneladas al año, que equivalen a unos 1,3 billones (con b) de huevos. Un occidental consume una media de unos 280 huevos al año. La cantidad ha ido variando ligeramente en las últimas décadas en función del precio, claro, y también de los vaivenes cientÃficos sobre sus beneficios o perjuicios.
En marzo pasado, un equipo de la Universidad de Northwestern, en Chicago, volvÃa a alertar en la revista JAMA de que un exceso es peligroso para la salud cardiovascular tras analizar los hábitos y estilo de vida de 30.000 adultos seguidos durante unos 17 años. La ecuación que hacÃan era que un huevo contiene casi 200 mg de colesterol y que cada 300 mg adicionales por encima de los 300 mg que se consideran aceptables en una dieta diaria subÃa en un 17% el riesgo cardiovascular.
Comer tres o cuatro huevos por semana se asoció con un riesgo CV un 6% más alto y un 8% más riesgo de muerte. En la web Big Think criticaron que el estudio se basa en la autoinformación, que se proporcionó solo al inicio de la investigación. Por lo tanto, sus dietas podrÃan haber cambiado en el transcurso de esos años. Además, al ser un estudio observacional, no incluÃa otros factores y alimentos implicados en el riesgo CV, aunque sà se tuvo en cuenta la edad, el sexo, el origen étnico, el tabaco y el alcohol y los niveles de ejercicio.
Hace un mes, American Journal of Clinical Nutrition publicaba un estudio de la Universidad de Eastern Finland en 1.950 varones de 42 a 60 años seguidos durante 21 años que descartaba que un huevo al dÃa se asociara con riesgo de ictus. Y en abril, la misma revista incluÃa un trabajo de la Universidad de British Columbia, en Canadá, que concluÃa que, en contra de análisis previos, un desayuno bajo en carbohidratos y alto en grasas, como las del huevo, ayuda a las personas con diabetes tipo 2 a controlar los niveles de azúcar en sangre a lo largo del dÃa.
El análisis más voluminoso apareció en mayo del año pasado en la revista Heart: una muestra de medio millón de chinos, del China Kadoorie Biobank, de 30 a 79 años, con un seguimiento de 9 años. Al comienzo del estudio, el 13% de los participantes dijeron que comÃan 0,76 huevos al dÃa y un 9,1% informaron de un consumo muy escaso, de 0,29 huevos al dÃa. Según los resultados, el huevo diario bajaba en un 26% el riesgo de ictus hemorrágico, que tiene una alta incidencia en China, y un 18% el riesgo de muerte cardiovascular. Y en esa fecha, un equipo de la Universidad de Sidney corroboraba en American Journal of Clinical Nutrition que comer una docena de huevos a la semana durante un año no eleva los factores de riesgo CV en personas con prediabetes y diabetes 2. “Una dieta sana como la prescrita en nuestro estudio -decÃa Nick Fuller, el autor principal- refuerza el criterio de reemplazar las grasas saturadas (como la mantequilla) por mono y polinsaturadas (como aguacate o aceite de oliva)â€. Los huevos -añadÃa- son una fuente de proteÃnas y micronutrientes que ayudan a regular la ingesta de grasas y carbohidratos, asà como la salud cardiaca y ocular, la circulatoria y los embarazos. Además, tanto el grupo de alto consumo de huevos como el de bajo consumo perdieron una cantidad equivalente de peso.
Al margen de las alergias que puedan provocar o del riesgo de salmonelosis por manipulación inadecuada, los macroestudios de las dos últimas décadas coinciden en que un huevo diario no ocasiona mayor riesgo cardiovascular; sà hay más dudas y disparidades con respecto al riesgo de diabetes. Hace dos años, Anthony Komaroff, una de las figuras más relevantes de la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital Brigham and Women, en Boston, escribÃa en Harvard Health Letter que “para la mayorÃa de la gente un huevo al dÃa no incrementa el riesgo de ataque cardiaco, ictus u otros problemas cardiovasculares. No más de tres por semana serÃa la pauta con diabetes, riesgo elevado de enfermedad cardÃaca por otras causas (como fumar) o enfermedad cardÃacaâ€.
Hace una generación el discurso era el contrario. “Sin embargo, las investigaciones han demostrado que la mayor parte del colesterol lo produce el hÃgado, estimulado por las grasas saturadas y trans; no proviene del colesterol que comemos. Y un huevo solo lleva 1,5 g de grasa saturada, junto a 6 g de proteÃnas, 72 calorÃas y muchos nutrientes saludables: luteÃna y zeaxantina, que son buenas para los ojos; colina, necesaria para el cerebro; y varias vitaminas (A, B y D)â€. El problema, según Komaroff, no suele estar en el huevo sino en sus guarniciones: la mantequilla, el queso, el tocino, las patatas fritas, las salchichas y las tostadas.
Al igual que es raro que un solo gen explique una enfermedad, no es sensato extraer consejos dietéticos de un solo alimento. Cuando Bruce Y. Lee era miembro de las Academias de Estados Unidos de Ciencia, Medicina e IngenierÃa en 2017, formó parte de un comité que recomendó un enfoque multifactorial para comprender mejor la relación entre la dieta y la salud. En un comentario que publicó en la revista Forbes sobre el estudio de marzo de JAMA, usaba la analogÃa de que durante el lanzamiento de un cohete los ingenieros de la NASA toman en consideración más de uno o dos factores climáticos al programar la misión. La investigación nutricional requiere igualmente una mentalidad holÃstica. Por eso, “centrarse solo en los niveles de colesterol del huevo prescindirÃa de un alimento que en conjunto resulta beneficioso; catorce huevos a la semana puede ser una exageración, pero eliminarlos de la dieta tampoco es razonableâ€.
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En estos dÃas de trapicheos, trueques y cambalaches con los votos -mejor dicho, los escaños- para hacerse con los gobiernos nacional, autonómicos y locales es bueno recordar que, aunque estemos muy entretenidos con ello, lo importante es que quienes logren ocupar las poltronas luego se dediquen a lo que realmente nos interesa a los ciudadanos: resolver nuestros problemas. Esta verdad de Perogrullo ha quedado en evidencia al permitir la casualidad que, mientras asistimos al descarado intercambio de cromos (por escaños), haya salido el defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, a la palestra a recordar que tenemos asuntos pendientes muy serios que urge resolver.
Entre los sanitarios destaca que a pesar de la aprobación del Real Decreto Ley (RDL) 7/2018, de acceso universal al Sistema Nacional de Salud (SNS), sigue habiendo problemas: “Existe un grupo de personas, que se encuentran legalmente en este paÃs, pero carecen de un medio efectivo de aseguramiento de la prestación sanitariaâ€. Apunta los casos de familiares de ascendientes de españoles o residentes en régimen comunitario; personas de edad avanzada o con problemas graves de salud y serias dificultades materiales para acceder a un seguro sanitario, y las que se encuentran en estancia temporal en España (por ejem., estudiantes extranjeros) y precisan de un informe favorable de los servicios sociales y cumplir el artÃculo 3 de la Ley 16/2003, de Cohesión y Calidad del SNS.
También insiste, como ha venido haciendo los últimos años (desde el RDL 16/2012), en que el copago farmacéutico deja que desear: “Sigue motivando las quejas de los ciudadanos, especialmente de algunos pacientes que, a pesar de encontrarse en una situación de gran vulnerabilidad, social y económica, no alcanzan a entender cómo pueden tener asignado un tipo de aportación farmacéutica igual a la de un trabajador en activo. Destaca en esta materia la situación de personas con un grado de discapacidad muy alto, incluso superior al 90%, para las que la legislación actual señala el deber de abonar el 40 % de los medicamentos que precisan, no disponiendo apenas de ingresos propiosâ€.
Ya se sabe que la polÃtica es el arte de evitar que la gente se preocupe de lo que le atañe (Paul Valéry, poeta francés), pero hay cuestiones que, francamente, deberÃan de ser difÃciles de soslayar… polÃticamente.
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Si el reproche que se realiza se sustenta en que el tratamiento recibido generó una perforación del intestino y la consecuente peritonitis, corresponde al paciente acreditar dicho nexo causal planteado, asà como no haber sido informado del riesgo de dicho tratamiento y de las posibles consecuencias del mismo.
Centrándonos en la cuestión discutida sobre si el tratamiento recibido se trataba de un procedimiento terapéutico tan invasor como para provocar la peritonitis cabe señalar que el propio informe de necropsia afirma que no existe la posibilidad planteada por el paciente o sus familiares. Esto es asà porque hay que partir de la idea de que la peritonitis pudo ser causada por múltiples razones, estableciéndose el tratamiento recibido por el paciente como una posibilidad más dentro de las causas multifactoriales.
Por lo que respecta al consentimiento informado, recordemos que es un acto que debe hacerse efectivo con tiempo y dedicación suficiente y que obliga tanto al médico responsable del paciente como a los profesionales que le atiendan durante el proceso asistencial.Esta es una obligación más de las que integran la actuación médica o asistencial, a fin de que pueda adoptar la solución que más interesa a su salud. El proceso de informar hay que hacerlo de una forma comprensible y adecuada a sus necesidades, para permitirle hacerse cargo o valorar las posibles consecuencias que pudieran derivarse de la intervención sobre su particular estado y, a su vista, elegir, rechazar o demorar una determinada terapia por razón de sus riesgos e incluso acudir a un especialista o centro distinto (sentencia del TS de 24 de mayo de 2017).
En definitiva, entiendo que el tratamiento recibido por el paciente fue una terapia correctamente indicada y mÃnimamente invasiva, dado su estado general y circunstancias y que, en cualquier caso, no provocó la perforación del intestino que desembocó en la peritonitis. Por ello, aun cuando la falta de consentimiento informado escrito pueda constituir una mala praxis ad hoc, tal mala praxis no puede per se dar lugar a la responsabilidad patrimonial si del acto médico no se deriva daño alguno. Esto es, la falta de información no es, por sà sola, una causa de resarcimiento pecuniario (doctrina mantenida en las sentencias del Tribunal Supremo de 27 de septiembre de 2001, de 10 de mayo de 2006 y 23 de octubre de 2008).
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